Al nacer, los médicos dijeron que su expectativa de vida era de 15 días. “Por milagro se superó el diagnóstico médico”, comenta.
Desde el inicio de las medidas preventivas del Covid-19, Mark Guzmán (35) enseña a sus estudiantes a través de la telepresencia en el módulo de Matemática para la Educación Superior en AIEP Curicó.
Mark lleva ocho años trabajando en AIEP. Ha ejercido la docencia en las escuelas de Negocios, Desarrollo Social, Construcción, Prevención e Ingeniería y Construcción. Mark padece desde su nacimiento Artrogriposis Múltiple Congénita, enfermedad que afecta la formación de los huesos y músculos. Al nacer tenía una expectativa de vida de 15 días.
“Por milagro de Dios se superó el diagnóstico médico”, dice el ingeniero comercial y actual docente de nuestra institución.
Tras superar el diagnóstico inicial, ingresó a la Teletón, en la que estuvo como paciente hasta los 20 años. Esta experiencia, la destaca como un momento fundamental en su vida, porque “no se rehabilita tan sólo al paciente, sino que a la familia completa”, sostiene.
Durante el tiempo que estuvo en esta institución, Mark desarrolla un proceso de rehabilitación que consistió en múltiples ejercicios y operaciones. “Fueron 25 operaciones en mi cuerpo”, aclara.
CARGAR UNA CRUZ
En 1992, a la edad de seis años, luego de que su madre haya superado una serie de obstáculos, Mark logró comenzar su etapa escolar. La principal dificultad para su madre, María del Pilar Montecino, era tocar la puerta de distintos colegios y recibir sucesivamente respuestas negativas de las autoridades de los establecimientos.
“Muchos colegios se negaban a recibirme. Hasta llegaron a decirle a mi mamá que ‘no aceptaban llevar una cruz en sus establecimientos’ y eso fue un golpe muy fuerte para ella”, dice.
Pero eso no le impidió a su madre, quien siguió tocando puertas hasta que encontró el colegio Educadora Elena Contreras. En este colegio, Mark completó la Enseñanza Básica con buenas calificaciones, las que mantuvo durante su Enseñanza Media en el Liceo Luis Cruz Martínez de Curicó.
Nuestro docente recuerda esta etapa de su vida con gran aprecio, donde más allá de las notas tuvo buenos amigos y compañeros. Sin embargo, también recuerda con pesar un episodio de discriminación que vivió con un profesor, que “se burlaba de mi forma de escribir, y eso fue otro golpe de la vida”, comenta.
En esta etapa, Mark destaca dos pilares que para él han sido una constante en su vida, que son el apoyo incondicional de su familia y su fe en Dios. Ambos fundamentales en el proceso que lo llevó a terminar su Enseñanza Media de manera sobresaliente y después en su vida como universitario. Esto porque el 2005, tras sus buenos puntajes en la PSU, Mark entró a estudiar Ingeniería Comercial con mención en Administración en la Universidad de Talca.
ALTOS Y BAJOS
En su estadía en la universidad, Mark, además de destacar la relación positiva que tuvo con sus compañeros y docentes, valora el apoyo entregado por la institución, fundamentalmente su rector, Álvaro Rojas.
“[Él] le dio trabajo a mi mamá, para que estuviera cerca mío, y también me regaló una silla de ruedas automática, para que me desplazará sin ningún problema dentro del campus”, recuerda.
En su tercer año, Mark tuvo la oportunidad de desarrollar su prepráctica profesional en la Seremi de Economía, donde se le encomendó la tarea de evaluar las ventajas y las desventajas para las Pymes en la Región del Maule. Nuevamente, la etapa fue sorteada con éxito, y fue evaluado de manera destacada.
Después, más cerca del fin de su carrera, Mark vivió un periodo en que tres episodios seguidos en el tiempo lo marcaron profundamente. El quiebre matrimonial de su madre, el embarazo de su hermana de 14 años y las muertes de sus abuelos, Mark los define como “golpes muy fuertes que tuvimos que pasar como familia”.
Pero, esto no lo detuvo y logró terminar su carrera de Ingeniero comercial con distinción. ”Eso fue gracias a Dios, y al apoyo de mi madre y familia”, dice.
ENTRAR AL MUNDO LABORAL
Una vez titulado, a Mark le correspondía pasar otra etapa, que era ingresar al mundo laboral. Sin embargo, al igual que en el caso de su ingreso a la Enseñanza Básica, llegaron ciertos obstáculos.
“Golpeé y golpeé puertas entregando currículos y la única respuesta que recibía era ‘te vamos a llamar’, pero nunca llegaron esas llamadas”, dice.
Mark estuvo buscando trabajo durante cerca de un año, sin éxito y llegó al punto de cuestionarse de qué le servía haberse titulado.
“Hubo momentos que me derrumbaba, pero gracias a la ayuda de Dios y al apoyo de mi madre me levantaba nuevamente”, comenta.
Pero, Mark se enteró de una noticia que marcó el desarrollo su vida profesional: en AIEP necesitaban nuevos docentes. “Me dijeron anda a presentarte y lleva tu CV”, recuerda.
Tras realizar la postulación, fue citado una entrevista y debió realizar una microclase simulada, en el cual tuvo un buen desempeño, lo que le valió ser asignado al módulo de Finanzas Corporativas.
“Así comenzó el gran desafío y mi oportunidad en la institución”, dice.
SER PARTE DE AIEP
Tres años después, el 2015, se desarrollaron en la vida de Mark dos sucesos simultáneos que le trajeron una gran felicidad en su vida. Uno estaba relacionado con su madre, y el otro consigo mismo.
Fue en mayo de ese año, durante un evento del Día de la Madre que fue organizado por la Municipalidad de Curicó. Allí, su madre recibió un premio a la mejor madre de Curicó. Luego fue el turno de Mark, quien dio un paso más en su carrera en AIEP, porque ese día, comenzó a formar parte de la planta de colaboradores.
“Esa noticia fue tan grande que lloramos abrazados junto a mi mamá pero no de tristeza, de alegría”, dice.
Hoy, Mark lleva ocho años trabajando en AIEP y disfruta sus tiempos de descanso escuchando música, viendo películas y leyendo la Biblia. “Lo más importante es tener a Dios en mi corazón, porque, gracias a Él y al apoyo incondicional de mi mamá y familia he tenido todos estos logros”, comenta.